Beatriz García · Libres y Combativas Asturies
La práctica de la “gestación subrogada”, eufemismo utilizado para referirse a los vientres de alquiler es un delito en el Estado español. Pero ningún “empresario” del sector que opera en otros países, y en el nuestro también, quiere perder la oportunidad de ampliar su negocio.
Albert Rivera y Ciudadanos, recogiendo sus demandas, propuso en 2017 que se legalice esta práctica. Los intereses económicos en juego son tales que medios de comunicación, empresas de publicidad, famosos y famosas, y familias con dinero y poder, han puesto todo su esfuerzo en generar un clima favorable para este cambio legislativo. Sin embargo, la respuesta social está siendo clara: un no rotundo a la explotación de nuestros cuerpos y al tráfico de seres humanos.
También aquí se compran bebés
A pesar de que la legislación lo prohíbe (Ley de Reproducción Asistida, artículo 10), sólo hace falta echar un vistazo rápido en internet para comprobar cómo las agencias de compra-venta de bebés y madres operan ya en nuestro país. Escribiendo en Google “vientres de alquiler” aparecen anuncios de multitud empresas de este tipo:
• Surrobaby, “sinónimo de ahorro”. Se destaca en su web como empresa colaboradora con la Iniciativa Legislativa Popular para la Legalización y Regulación de la Gestación Subrogada en España, y anuncia sus próximos eventos Surrobaby Meeting 2018, en Madrid y Barcelona, con reclamos como “charlaremos un rato, contaremos experiencias y después tomaremos unas copas y tapas”. Así se despachan sobre una reunión de posibles compradores de bebés que aún no han nacido. El catálogo de precios y opciones por países también está a disposición.
• Lifebridge agency, Entre sus reclamos más destacados se encuentra el programa mixto Canadá-Rusia, sus ofertas de descuentos especiales del 5% en el paquete de Rusia, y de un 30% en el paquete de EEUU.
Otra que sigue anunciándose, a pesar de que su dueño se encuentra en la actualidad preso acusado de delito fiscal, falsedad documental y tráfico de menores, es Biotexcom. El personaje es un tal Albert Man, antiguo propietario de discotecas y empresas de extorsión. Este individuo se ha hecho de oro gracias a la explotación de mujeres ucranianas y sus ofertas low cost, 39.900 euros. Se estima que a su reclamo acuden trescientos de los mil matrimonios españoles que “contratan” estos servicios anualmente, y que buscan un vientre de alquiler barato.
Mujeres pobres, baratas y sin derechos para familias ricas y sin escrúpulos
Una prueba demoledora de lo que realmente representa esta práctica es el testimonio que una abogada, especializada en derechos humanos, llevada recientemente a distintos medios de comunicación. Ella relataba su experiencia al hacerse pasar por una mujer heterosexual, soltera, en edad fértil, sin intención de aportar carga genética, que no quiere pasar por un embarazo, y que busca un vientre de alquiler en una de estas agencias, en este caso en Barcelona; propuso el caso más difícil de encajar en la legislación internacional al respecto.
La respuesta de la empresa fue que no había ningún problema a cambio de 86.000 euros, de los cuales la “agencia” se queda 60.000 y la madre alquilada, ucraniana en este caso, entre 10.000 y 12.000.
Ucrania es un país herido de guerra, donde el salario medio es de 200 euros mensuales, en el que 100.000 niños y niñas abarrotan los orfanatos, y que se ha convertido en el útero de Europa. Esa es la gran libertad de elección que se esconde tras estas prácticas. Mujeres pobres vendiendo sus cuerpos y sus emociones, malviviendo en auténticas granjas de mujeres, renunciando “legalmente” a todos sus derechos sobre su cuerpo, sus hijos y su vida para sobrevivir.
Los trámites legales, sin embargo, serían realizados en Grecia, cuya legislación permite esta práctica de forma “voluntaria” (la que sugiere Ciudadanos en su propuesta). Esto permite que familias extranjeras utilicen el territorio griego para que se celebren los juicios en los que la “titularidad” de los bebés, antes de nacer, pase a manos de sus compradores.
Por supuesto, de voluntario nada. En Grecia la pobreza y la desestructuración social tras los recortes y planes de ajuste salvajes de los últimos años, se han disparado, y las mujeres griegas también son empujadas a venderse de muchas formas.
Son estos intereses, los de los traficantes de seres humanos, los que pretenden legalizar Ciudadanos y afines: el poder de los ricos sobre las mujeres pobres, con derecho a explotar sus cuerpos, a comerciar con sus emociones y a someterlas a un viaje de pesadilla al final del cual ni siquiera pueden llegar a tocar a sus bebés recién nacidos.
El capitalismo es así, y las mujeres somos eso para los capitalistas, mercancía, fuente de beneficios. Por estas razones y frente a quienes, aunque parezca increíble, llegan a decir que vender nuestros cuerpos es un derecho, nosotras, las feministas revolucionarias decimos que el derecho por el que luchamos es el de tener una vida digna que no nos obligue, entre otras cosas, a ponernos en manos de criminales, ni a vendernos, ni a nosotras ni a nuestros bebés.