A principios de enero conocíamos la sentencia por el asesinato de Samuel Luiz en A Coruña el 3 julio de 2021. Tras más de tres años de angustiosa espera, de un macrojuicio en el que la acusación particular ejercida por la asociación LGTBI Alas A Coruña ha defendido la motivación homófoba del crimen y tras el veredicto del jurado popular el pasado mes de noviembre, se hacían públicas las condenas y penas a los acusados.

Cuando hablamos de reivindicar los derechos de la mujer y la lucha LGTBI, desde el feminismo oficial e institucional  nos ponen como ejemplo el teatro de bolso y chaqueta exclusivos y caros de Ana Patricia Botín, en el que se alardea de lo importante que es que haya mujeres dirigiendo empresas y en el Parlamento.

El 3 de julio de 2021 de madrugada una manada homófoba mató a Samuel Luiz al grito de maricón de mierda en plena zona de ocio en el paseo marítimo de A Coruña, a la vista de todos y todas las que pasaban por allí.

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Es complicado describir la fuerza que hemos sentido este fin de semana en las manifestaciones del Orgullo Crítico. El viernes 28 y el sábado 29, en decenas de ciudades, miles y miles de personas hemos cogido nuestras banderas arcoíris y palestinas, nos hemos atado la kufiya al cuello, y hemos vuelto a gritar que el Orgullo no es una fiesta, es una protesta.

Selena Ortiz, estudiante y compañera de Lliures i Combatives, el Sindicat d’Estudiants y Esquerra Revolucionària en Barcelona, ha sufrido acoso y transfobia en su centro de estudio. A pesar de que en los últimos años la visibilización y la lucha por los derechos trans ha avanzado considerablemente, unido a las movilizaciones feministas combativas de masas y la radicalización del movimiento LGTBI de clase, todavía queda mucho por conseguir y pelear.

¡Viva la lucha del pueblo palestino!

La violencia que sufrimos las personas LGTBI en todos los ámbitos de nuestra vida es insoportable. Los ataques y la discriminación son constantes. En el Estado español se calcula que alrededor de 280.000 personas han sufrido agresiones por su orientación o identidad sexual en algún momento de los últimos cinco años. El 27,5% ha sido discriminado. El 8,6% ha sufrido violencia física o sexual. Y esto son solo los datos a los que tenemos acceso. Es intolerable, asfixiante y agotador.