Laura Luengo · Libres y Combativas Bilbo

¡Basta ya! ¡Nos queremos vivas, libres y combativas!

En los primeros ocho meses del año más de 3.000 mujeres han sufrido violencia machista en la CAV. Tan solo los seis primeros meses del año en Barakaldo se ha registrado tanta violencia machista como en todo 2018. Y desde que comenzamos el curso, las agresiones sexuales han sido constantes.

El 21 de septiembre una mujer sufría una agresión sexual en Deusto (Bilbao). El 27 del mismo mes otra mujer denunciaba a la Ertzaina haber sido violada en Erandio por el responsable que le iba a realizar una entrevista de trabajo. Ese mismo fin de semana conocíamos que una joven era agredida sexualmente en las fiestas de Uribarri (Bilbao). También a finales de ese mes una joven de 25 años era retenida, drogada y violada durante tres días en Bilbao. La situación ha convertido su vida en tal infierno de llevarla a un intento de suicidio. Y tan solo unos días después de esta brutal violación reiterada, una joven de Basauri, Rebeca, denunciaba públicamente la paliza que le había dado su pareja hasta el punto de que tuvo que escapar por la ventana de la casa. Estas son las consecuencias de la impunidad que la mal llamada justicia provee a los que nos agreden, golpean y maltratan. El mensaje es claro: torturar a una mujer sale gratis.

El falso feminismo del PNV y el PSE ¡Basta ya de hipocresía!

Tras meses de movilizaciones contra la sentencia de La Manada de Pamplona, la presión social del feminismo combativo obligó al Tribunal Supremo a reconocer finalmente que el caso no fue un abuso, sino una violación. Así es como debemos responder a la justicia machista y franquista que ha promovido la aparición de más y más manadas en todo el Estado. Sin ir más lejos, este verano cientos nos concentrábamos en Bilbao denunciando la violación múltiple cometida en el parque Etxebarria. Este ha sido otro ejemplo de un auténtico juicio mediático contra la víctima, donde se nos culpabilizaba a las mujeres por “no tener cuidado” y por “no saber con quién quedamos” mientras que únicamente uno de los violadores ha sido encarcelado. Esta es la justicia que defiende el Gobierno Vasco, y esta es la “justicia” bajo el sistema capitalista, un sistema que nos oprime y humilla día a día.

Constantemente se nos responsabiliza de las agresiones que sufrimos o de la violencia que se ejerce sobre nosotras. Este julio conocíamos que una familia monoparental, una mujer víctima de violencia de género con dos hijos de 15 y 6 seis años, iba a ser desahuciada en Barakaldo. Gracias a la presión social, este desahucio se aplazó… hasta que ahora una petición del Gobierno Vasco –es decir, PNV y PSE- exige que sea ejecutado.

Al PNV y  a la justicia se les cae la careta morada. Lejos de poner medios materiales y casas refugio a disposición de las víctimas de violencia machista, el Gobierno Vasco ataca a las mujeres más humildes y golpeadas. Hemos visto al PNV llorar auténticas lágrimas de cocodrilo cuando se cometen feminicidios, e incluso les hemos oído decir que “se sumaban” al 8M en un intento de lavarse la cara frente a un movimiento que señala directamente a un sistema que nos oprime en todos los aspectos de nuestra vida diaria. Pero a nosotras no nos vale que quienes aplican recortes, políticas que nos golpean y quienes defienden una justicia machista y reaccionaria que deja impunes a violadores, nos desahucia de nuestras casas y encarcela a los jóvenes de Altsasu, intenten lavarse la cara  a costa del gran movimiento que protagonizamos las que sí sufrimos las consecuencias de sus políticas. ¡Qué hipócritas!

¡Tenemos la fuerza y la determinación! ¡La lucha sigue en las calles!

Desde Libres y Combativas queremos trasladar nuestro apoyo a las víctimas de las agresiones. Nuestro movimiento es fuerte y miles de personas hemos participado en las concentraciones para denunciar que basta ya de agresiones y que esta justicia reaccionaria y patriarcal nos deja completamente desprotegidas.

La experiencia del pasado 8 de marzo marca el camino: la huelga general y la movilización masiva fueron un éxito, pero el 8M no terminó nuestra lucha. Necesitamos seguir organizadas, impulsar un feminismo combativo y  anticapitalista, seguir llenando las calles para señalar a los responsables de nuestra opresión. Y eso pasa por expulsar de la judicatura a los jueces y juezas machistas y franquistas y por incorporar a la enseñanza una asignatura de educación sexual inclusiva. Pero sobre todo, necesitamos señalar a lo que sustenta nuestra opresión: es el sistema capitalista el que utiliza esta justicia reaccionaria para tenernos sumisas y calladas. ¡No lo van a conseguir!

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