Teresa Prados · Lliures i Combatives Barcelona
El Coronavirus ha sido el accidente que ha desatado una crisis económica salvaje que ya se venía gestando y ha dejado al descubierto la incapacidad del capitalismo de satisfacer las más mínimas necesidades de la clase trabajadora y la juventud.
Como en todas las crisis capitalistas, las oprimidas entre los oprimidos -las mujeres trabajadoras- somos uno de los sectores más golpeados. Somos nosotras quienes ocupamos los trabajos más precarios y los contratos con mayor temporalidad. Quienes sufrimos la violencia machista imperante, que durante el confinamiento no ha dejado de crecer. Quienes nos hemos visto encerradas con nuestros maltratadores o quienes soportamos el peso de las tareas del hogar y los cuidados de nuestros mayores e hijos: 8 de cada 10 familias monoparentales tienen una mujer al frente.
El paro y la sobreexplotación nos condenan al hambre y a la enfermedad
La realidad es desoladora. Durante la crisis del 2008, la tasa de paro femenino alcanzó el 16,26%, cifra similar a la de los tres primeros meses de 2020 (un 16,24%) –antes de que la actividad productiva se paralizara por el COVID19– según datos del INE. Por otro lado, las estadísticas oficiales del Gobierno señalan que durante el mes de abril el desempleo entre las mujeres ha crecido un 6,56% respecto al mes de marzo (dando un total de 22,8%), con 2.151.800 paradas en las listas del SEPE. Todo ello sin contar a las afectadas por los ERTEs o las decenas de miles de trabajadoras que no están registradas en la Seguridad Social –como las empleadas del hogar– y que durante el confinamiento también han perdido sus empleos. Buena parte de las colas del hambre que hemos visto en nuestros barrios se nutren de estas mujeres en situaciones desesperadas.
Al mismo tiempo, los sectores laborales más feminizados han sufrido durante años las políticas de recortes y privatizaciones de los Gobiernos del Partido Popular. El caso de la enfermería es evidente, donde las mujeres representan el 84% de la plantilla. La OMS señala que –a pesar de que hay decenas de miles de enfermeras y enfermeros en la cola del paro– el Estado español se encuentra a la cola de los 36 países de la OCDE en el ratio de enfermero/médico. El hachazo a la sanidad pública y a sus profesionales, la falta de EPIs y protocolos de seguridad para proteger a los médicos, enfermeros y trabajadores de los hospitales y centros de salud del virus, unas jornadas laborales extenuantes, han provocado que el 22% de los contagiados por COVID19 en nuestro país sean personal sanitario. De éstos, el 76% han sido mujeres. (1)
La violencia machista se dispara durante la cuarentena
Han sido muchas las mujeres que, de un día para otro, se han visto obligadas a convivir a tiempo completo, en pocos metros cuadrados, con sus agresores. Expuestas a las tensiones que la cuarentena provoca, teniendo que callar ante el maltrato psicológico o físico que los maltratadores ejercen sobre ellas y con el miedo a ser asesinadas. Muchos hogares se han convertido en auténticas cárceles.
Los datos del Ministerio de Igualdad así lo confirman: las llamadas al teléfono 016 de atención a las víctimas de violencia machista han aumentado un 60% en el segundo mes de confinamiento –un aumento del 37,6% en comparación con el primer mes de confinamiento. Las consultas on-line han crecido un 586%, siendo 295 las registradas este mes, 1.283 personas han solicitado apoyo psicológico desde que se habilitó este servicio el 21 de marzo y cuatro mujeres han sido asesinadas a manos de sus parejas desde el inicio del estado de alarma.
Las mujeres no han sido las únicas víctimas durante estas últimas semanas. También miles de niños y niñas han sufrido este tipo de violencia. Según la Fundación ANAR el maltrato a los menores ha aumentado salvajemente durante la cuarentena por parte de sus progenitores: entre el 23 y 30 de marzo hubo 270 comunicaciones alertando de situaciones violentas, y 173 casos graves en los que los menores estaban sufriendo algún problema dentro de su propia casa. A día de hoy, casi la mitad de solicitudes de auxilio del teléfono chat de ANAR están relacionadas con la violencia intrafamiliar. Si antes del confinamiento, casi el 80% de los casos de violencia contra los niños ya era en sus casas, ahora la situación se ha agravado alarmantemente.
El abuso sexual, el maltrato físico y psicológico, las autolesiones, las tendencias suicidas… es la realidad de miles de menores que están totalmente abandonados por el sistema. Más allá de declaraciones por parte de la Vicepresidencia de Derechos Sociales de la necesidad de “aprobar la ley de protección a la infancia y a la adolescencia” –excusándose en que el confinamiento ha detenido su tramitación– no hemos visto ninguna medida concreta para proteger a todas las víctimas de la violencia machista e intrafamiliar. ¿Cuántos más abusos (2), maltratos y asesinatos deben suceder para poner fin a esta terrible lacra? No podemos esperar más.
El Ministerio de Igualdad sigue sin dar soluciones…
Todos los datos que hemos proporcionado en este artículo demuestran la doble opresión salvaje que sufrimos millones de mujeres trabajadoras. Esta grave situación debería ser contestada con medidas contundentes por parte del Gobierno PSOE-UP, pero lamentablemente la respuesta que miles de mujeres víctimas de la violencia machista han recibido es totalmente insuficiente.
El Gobierno puso en marcha la “Guía de actuación para mujeres que estén sufriendo violencia de género en situación de permanencia domiciliaria derivada del estado de alarma por COVID-19”. En esta guía, el Ministerio de Igualdad plantea que todas las mujeres que salgan de su domicilio durante el confinamiento para solicitar ayuda no serán sancionadas (¡¡faltaría más!!). Esta guía recomienda tres pasos: llamar por teléfono al 016, abandonar el domicilio y pedir ayudar para contactar con las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado, buscar un lugar seguro donde resguardarte o acudir a los centros de emergencia y acogida. El Ministerio parece obviar que la gran mayoría de mujeres víctimas de maltrato no pueden escapar de las cuatro paredes de su hogar por la falta de recursos económicos.
… mientras los empresarios incrementan sus beneficios
Pero el escándalo mayúsculo llega con el decreto impulsado por Irene Montero que recoge que los alojamientos turísticos y los hoteles podrán albergar a víctimas de la violencia machista en el caso de que las casas de acogida no dispongan de plazas. Es decir, que mujeres que han sufrido violencia de género y necesitan una atención integral y directa, un programa específico para ellas y sus hijos, son enviadas a una habitación de hotel – con la correspondiente factura cargada al erario público para beneficio de algún empresario hotelero – y sin ningún tipo de ayuda psicológica ni económica para que las víctimas puedan escapar de esa situación.
En el Estado español hay 3,5 millones de inmuebles vacíos a manos de bancos y grandes empresas inmobiliarias. Y en lugar de expropiar estas viviendas a los fondos buitres, de construir un parque de vivienda pública accesible para todas y todos para cubrir todas las necesidades sociales que existen, para construir miles de pisos de acogida y refugios para mujeres maltratadas que garanticen su seguridad y protección, el Gobierno de coalición regala los fondos del Pacto de Estado Para la Violencia de Género a los hoteleros para que sigan amasando beneficio a costa de la violencia contra las mujeres. Un verdadero despropósito que demuestra que, si no se dejan de poner los intereses privados por delante de los derechos de las oprimidas, si no se rompe con la lógica del capitalismo, millones de mujeres de la clase trabajadora estamos condenadas a vivir para siempre encadenadas a nuestros maltratadores.
La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, afirmaba la necesidad de un plan de contingencia contra la violencia machista. Pero lo aprobado por el Gobierno está lejos de ser un plan serio y contundente. Enviar a las víctimas de la violencia de género a habitaciones de hotel no es proteger a las mujeres trabajadoras ni dar una alternativa a todas ellas. Declararse feminista o anunciar a bombo y platillo que se aprobarán leyes feministas no es suficiente. Y publicar una Guía más que cuestionable en la página web del Ministerio de Igualdad tampoco lo es.
Para conseguir un cambio real en la vida de decenas de miles de mujeres pasa por no sucumbir a las presiones de los empresarios, la patronal, la jerarquía de la Iglesia Católica, la judicatura patriarcal o el lobby proxeneta. Este Gobierno debería ponerse de nuestro lado, confrontar con los que nos explotan y atacan nuestros derechos. Llegar a pactos con ellos no es ninguna solución para nosotras ¡Al contrario! Hay que basarse en la movilización y la lucha para pararles los pies y conquistar condiciones de vida dignas para las mujeres trabajadoras ¡No hay otro camino!
¡La crisis del sistema capitalista no la pagaremos las mujeres trabajadoras!
Un Gobierno que se dice de izquierdas no debería estar nada orgulloso del “escudo social” que ha puesto en marcha: un “escudo” que regala 100.000 millones de euros a los bancos y especuladores mientras los despidos y los recortes en nuestras condiciones laborales son el pan nuestro de cada día para nosotras o mientras la violencia machista de dispara por no haber garantizado los recursos económicos necesarios para todos los servicios públicos y básicos.
Este Gobierno debe rectificar de forma inmediata, poner en marcha de forma urgente la construcción y la habilitación de casas refugio para todas las mujeres maltratadas, garantizar un subsidio de desempleo indefinido así como una vivienda para las víctimas del maltrato, prohibir por ley los desahucios, incorporar a miles de profesionales del ámbito de la psicológica al sistema público de salud, derogar la reforma laboral para acabar con la brecha salarial y garantizar unos sueldos dignos, impulsar un servicio público de lavanderías, comedores, tintorerías, limpieza del hogar… dignos y gratuitos para acabar con la esclavitud de las tareas domésticas, depurar a todos los machistas y fascistas de la policía, el Ejército y el sistema judicial para acabar con las sentencias patriarcales.
Este sistema capitalista y machista nos quiere sometidas y oprimidas en todos los ámbitos de nuestra vida. Pero millones de mujeres jóvenes y trabajadoras en todo el mundo hemos levantado la bandera de la revolución y hemos dicho basta. Hemos demostrado estar más que dispuestas a luchar contra la extrema derecha que pretende arrebatarnos todos nuestros derechos y a batallar por nuestra emancipación y por la de toda la Humanidad. Sólo rompiendo con el capitalismo y construyendo una sociedad socialista podremos romper nuestras cadenas. La lucha y la organización revolucionaria es el único camino.
(1) Informe sobre la situación de COVID-19 en personal sanitario en España: https://cutt.ly/lyZBWJb
(2) El Ministerio de Interior cifra en 5.400 niños y adolescentes que sufrieron maltrato familiar y en 5.900 los que han sido víctimas de agresiones sexuales, violaciones y todo tipo de maltrato sexual. Todo ello sin contar los miles de niños y niñas que no han denunciado por miedo a la violencia a la que son sometidos en sus casas.