Teresa Gómez-Limón · Psicóloga Forense en los Juzgados de violencia sobre la mujer de Madrid
El 13 de febrero de 2018, PAZ FERNÁNDEZ BORREGO, de 43 años, fue asesinada en Navia (Gijón) por su pareja sentimental JAVIER LEDO OVIDE. Según los datos aportados por la propia Fiscalía, la muerte se produjo a consecuencia del traumatismo craneoencefálico que le produjeron los repetidos golpes que Javier Ledo le propinó en la cabeza a Paz Fernández con una piedra de grandes dimensiones y que, según el informe médico-forense, dicho traumatismo era incompatible con la vida. Pero el asesino no se conformó con eso. Antes de matarla, la golpeó con fuerza con un rodillo de cocina envuelto en una bolsa, que imposibilitaron la huída de Paz y le provocaron un gran sufrimiento.
Una vez muerta, el asesino envolvió el cadáver en una manta, le cubrió la cabeza con unas bolsas y la introdujo en el propio coche de Paz, conduciendo varios kilómetros con el cadáver de la víctima dentro del coche hasta llegar a un puente desde donde arrojó el cuerpo de Paz al Arroyo de la Pontiga y unos metros más adelante arrojó su bolso al río Navia. Una vez perpetrado el crimen y, después de haberse deshecho del cadáver, el asesino fue conduciendo el coche de la víctima que dejó estacionado en un lugar cercano a su casa, siguiendo después a pié. Una vez en su casa, eliminó todos los restos de sangre e hizo lo mismo con el coche de Paz, aparcándolo después en el Parking del Hospital de Jarrio. El asesino quemó parte de las ropas de Paz en la finca de sus padres.
Al día siguiente de su asesinato, Javier Ledo envió varios mensajes al teléfono de Paz y preguntó por ella a personas de su entorno, con el fin de tener una coartada. El cadáver de Paz fue encontrado el 6 de marzo de 2018, 21 días después de que fuera asesinada, en el margen del embalse de Arbón.
La primer declaración de Javier Ledo fue que no sabía nada del paradero de Paz pero, posteriormente, frente a las evidencias flagrantes, dijo que la víctima se había caído por las escaleras.
Estos son los hechos que constan en el procedimiento, cuyo Juicio oral ha comenzado el 14 de septiembre de 2020.
Como Psicóloga Forense de los juzgados de Violencia sobre la Mujer de Madrid y con experiencia en analizar conductas, debo decir que el perfil de Javier Lledó es un PERFIL CLARAMENTE PSICOPÁTICO, que no muestra ninguna empatía con la víctima puesto que no duda en golpearla brutalmente provocando en ella un sufrimiento innecesario antes acabar con su vida lo que, como dice la propia Fiscalía, tenía intención de hacer.
Su actuación fue fría y premeditada, no dudando en envolver cuidadosamente el cadáver, llevarlo al coche de la propia víctima y arrojarlo después por un puente y su bolso unos metros después. Luego limpió las huellas de su casa y del coche y lo aparcó en otro lugar. Envió mensajes al teléfono de la víctima, incluso tuvo la frialdad de preguntar por ella a conocidos y durante 21 días, hasta la aparición del cuerpo, en ningún momento tuvo intención de entregarse a las autoridades, llevado por un mínimo remordimiento.
Estamos, pues, ante un sujeto que sabe perfectamente lo que hace, ya que tiene la capacidad para planificar y para esconder sus actos, y que lo ha hecho con toda intencionalidad, es decir, ha tenido la voluntad de hacerlo.
Además, como he podido conocer, ya había cometido otros delitos contra la mujer de amenazas y había incumplido una orden de alejamiento, además de algunos otros delitos al parecer menores. Todo lo cual indica que, además de cumplir los criterios de un perfil psicopático, muestra un desprecio claro hacia la mujer que ha llegado al punto de acabar con la vida de Paz.
Una cosa que en este caso que llama poderosamente la atención es que la Fiscalía, aunque reconoce que el imputado “tenía evidente intención de acabar con su vida” finalmente califique el delito de homicidio, cuando todo apunta a que se trata de un asesinato, teniendo en cuenta la intencionalidad, el perfil psicopático del imputado y su forma de actuar durante y después de que se produjeran los hechos.
Paz es una víctima más de la violencia machista, esa violencia que, lamentablemente, a veces se justifica y, en los casos más graves, se minimiza. A Paz la Justicia no le puede devolver la vida, pero sí le debe a su familia esa Reparación que solo con una condena firme de su asesino puede conseguir. La condena de Javier Ledo debe ser, no solo un castigo justo sino también ejemplarizante para el conjunto de la sociedad y, especialmente, para las mujeres posibles víctimas de los crímenes machistas.