¡Si no nos matan no nos creen!
La justicia ha vuelto a mostrar su carácter franquista y patriarcal condenando a Loredana Istodor, una joven de 23 años y víctima de violencia machista, a 2 años y 9 meses de cárcel. Los hechos que se le imputan son haber causado a su expareja un corte de 2cm en la mejilla con un cristal, después de que este se saltase una orden de alejamiento y le propinase varios golpes, dejándola indefensa en el suelo.
Al juez no sólo no le importó que el agresor tuviera una orden de alejamiento de 500 metros, ni que existiese un parte de lesiones por una agresión previa, ni que lo que hizo Loredana fuera en defensa propia –así lo recoge incluso el Convenio de Estambul–. Que la víctima actuara para proteger su integridad física y su propia vida no es importante para el aparato judicial. Al contrario: se cuestionó la versión de la joven, incurriendo en que… ¡no había pruebas de que el agresor incumpliera la orden de alejamiento! Es un escándalo.
Lamentablemente, no es ninguna sorpresa. Y tampoco lo es que este juez reaccionario fuera denunciado por acoso sexual a una médico forense en 1999. En aquella ocasión, la justicia se puso en marcha, pero no para expulsarlo de la judicatura, sino para condenar a varios medios que se hicieron eco de la noticia, obligándoles a indemnizar al acosador por "atentatoria contra su honor e intimidad". Estos episodios no son casos aislados, son el reflejo de la podredumbre del sistema judicial heredado del régimen franquista.
Esta sentencia vuelve a poner a las mujeres en el punto de mira. El planteamiento es claro: si sufres una agresión machista, lo mejor que puedes hacer para que un juez te crea es permanecer inmóvil, aunque te cueste la vida (y ni si quiera está asegurado que un juez condene al asesino). Si te defiendes, como hizo Loredana, si ofreces resistencia, no solo servirá de pretexto a los jueces para cuestionarte, sino que puedes enfrentarte a la cárcel. Esta es la cruda realidad bajo el sistema capitalista y patriarcal.
Esta ofensiva hacia las mujeres por parte de la justicia franquista debe ser respondida con contundencia. Como vimos en casos como el de la Manada o el de Paz Fernández, es posible derrotar a la justicia patriarcal, levantando un poderoso movimiento feminista, revolucionario y anticapitalista que plantee que las mujeres no estamos dispuestas a que las instituciones del Régimen del 78 pisoteen nuestros derechos y vidas.