Paralizar los centros de trabajo, los institutos y universidades y salir masivamente a las calles

En los últimos años mujeres de todo el mundo nos hemos movilizado masivamente contra un sistema profundamente machista, que ejerce la violencia y la explotación de una forma especialmente cruel contra nosotras.

Hemos combatido las políticas que nos imponen los distintos Gobiernos a nivel mundial, entre los cuales el del PP destaca por derecho propio; con la reforma educativa franquista que privilegia a la Iglesia con miles de millones de euros para que sigan diseminando sus mensajes sexistas, homófobos y antiabortistas; recortando los servicios sociales para cargar las tareas de cuidados sobre nuestras espaldas condenándonos a la esclavitud doméstica o imponiéndonos salarios miserables y condiciones discriminatorias en el trabajo.

Por no hablar de la impunidad de la que gozan los maltratadores bajo este sistema: en 2016 se realizaron 142.893 denuncias por violencia machista, pero sólo 2 de cada 10 acabaron en condena. En 2017, 98 mujeres han sido asesinadas en el Estado español, y ante cada nueva víctima tenemos que escuchar la misma monserga de siempre. Los representantes del PP ponen gesto serio, guardan minutos de silencio y se lamentan. ¡No se puede ser más hipócrita! ¡Sus políticas son las primeras responsables de esta situación!

La violencia contra las mujeres es institucional y está amparada por los tribunales de justicia. Los casos de Juana Rivas o de la víctima de la Manada lo muestran con claridad. No son decisiones individuales de jueces y juezas sexistas. Es todo un sistema y un entramado que nos golpea con fuerza y nos lanza un mensaje a todas: ¡Cuidado! Si denunciáis la realidad que vivís, el maltrato, una violación, acoso o cualquier otra forma de violencia, tendréis que pasar un calvario y seréis cuestionadas. ¡El juicio será contra vosotras y quizás no sólo ante un tribunal sino en los platós de televisión!

El pacto social y la desmovilización también es violencia contra las mujeres

La explotación laboral se ha recrudecido durante esta década de crisis. La lucha contra ella debe ser una lucha conjunta de todas las trabajadoras y trabajadores unidos contra un sistema económico cada vez más voraz y opresivo. En este contexto la opresión contra la mujer trabajadora se ha vuelto aún más cruel e insoportable. El capitalismo nos condena a una doble explotación: como mujeres, empujándonos a ser las responsables de las tareas del hogar y del cuidado de la familia, y como trabajadoras en las empresas, como mano de obra barata.

La brecha salarial entre hombres y mujeres en el Estado español es más alta que nunca: las trabajadoras ocupamos el 72% de los contratos a tiempo parcial y recibimos de media un 30% menos de salario, lo que nos condena a pensiones más bajas y peor calidad de vida en la vejez. Eso cuando conseguimos completar nuestra vida laboral y jubilarnos a los 65 años, porque los recortes y privatizaciones de los servicios públicos como guarderías, dependencia o sanidad, obligan a muchas mujeres a abandonar sus empleos para cuidar de hijos o familiares. El paro es mayor entre las mujeres y sufrimos más precariedad. A esto hay que sumar las contrarreformas laborales del PP que han facilitado el despido encubierto consecuencia del embarazo o del periodo post-parto, a lo que hay que sumar el acoso sexual que miles de mujeres sufren en sus puestos de trabajo.

En este contexto la política sindical de la dirección de CCOO y UGT de “pacto social” y desmovilización está teniendo en nosotras efectos aún más dramáticos. La firma de Convenios nefastos por parte las direcciones sindicales y las constantes cesiones a la patronal, que suponen en general más precariedad, más abusos, y salarios de miseria, golpea con más virulencia a las mujeres. A pesar de esta situación, colectivos importantes de mujeres han protagonizado importantes luchas contra la patronal que han acabado en victoria. Como las trabajadoras de Bershka en Pontevedra o de las residencias de mayores en Bizkaia, ejemplos de lucha y dignidad, y demostraciones de que las mujeres ganamos, y mucho, organizándonos y saliendo a luchar.

El 8 de marzo, ¡todas y todos a la calle contra la violencia y la opresión machistas!

Bajo el capitalismo todo se convierte en negocio, y también en primer lugar nosotras, tal y como vemos con los multimillonarios negocios de la prostitución y la pornografía. ¡Por eso la lucha feminista debe ser anticapitalista!

Las trabajadoras y estudiantes organizadas en Libres y Combativas, colectivo feminista impulsado por Izquierda Revolucionaria y el Sindicato de Estudiantes, participaremos activamente en la huelga feminista que se ha convocado para el próximo 8 de marzo a escala internacional organizando paros, concentraciones y diversas acciones de lucha, y participando en las manifestaciones que llenarán cientos de ciudades y localidades del Estado español y de todo el mundo.

La única forma de acabar con nuestra opresión es con la organización colectiva y la movilización en las calles. Hemos demostrado la fuerza que tenemos cuando nos ponemos en marcha: en las manifestaciones masivas de Estados Unidos contra Donald Trump, con el movimiento #NiUnaMenos en América Latina, en Polonia o en Irlanda en la lucha por el derecho al aborto, o como la Kellys y las Espartanas de CocaColaEnLucha en defensa de unas condiciones de trabajo dignas. El 8 de marzo de 2017 fuimos millones en las calles contra la violencia machista y la opresión capitalista. Este año, seremos aún más.

Nos queremos vivas, libres y combativas
¡Todas y todos a las manifestaciones!

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