El domingo 10 de septiembre a las diez de la noche, Luis Rubiales colgaba en su perfil de Twitter su carta de renuncia acompañada de las siguientes palabras: “Defenderé mi honorabilidad. Defenderé mi inocencia. Tengo Fe en el futuro. Tengo Fe en la verdad”. Vaya, vaya. ¿Qué ha pasado, Luis? El mismo que hace unas semanas voceaba como un orangután frente a la cúpula de la RFEF que no iba a dimitir bajo ningún concepto se ha tenido que comer sus palabras.

Este machista vomitivo no quería irse, y mucho menos ahora. Se creía intocable y así ha actuado durante las últimas semanas. Si ha tenido que hacer las maletas ha sido gracias a la lucha del movimiento feminista combativo, que hemos levantado un tsunami de indignación, rabia y lucha contra él y todo lo que representa al grito de ¡se acabó! ¡A Rubiales le hemos echado nosotras!

No nos estamos tirando flores, es la pura verdad. Si no hubiera sido por las centenares de miles de mujeres, y también de muchos hombres que se declaran feministas y luchan con nosotras contra la violencia machista, que no hemos permitido que este caso se enterrara rápidamente y quedara como “un rifirrafe futbolístico más”, Rubiales seguiría en su puesto. Así lo quería la Federación de Fútbol, los jueces machistas, los abogados del Estado sentados en el Tribunal Administrativo del Deporte, la caverna mediática deportiva, y todos los energúmenos misóginos muy preocupados por perder sus privilegios. Incluso contando con la lamentable colaboración y actitud titubeante del PSOE, no han podido frenar la fuerza del movimiento feminista cuando nos hemos puesto en marcha.

Rubiales es uno de los personajes más infames del mundo deportivo español. Hace pocos días salía la noticia de que ha sido condenado por negarse a pagar la pensión que le correspondía a su exmujer para el cuidado de sus hijas. ¡Un tipo que ha estado cobrando hasta 80.000 euros mensuales y en 2020 ingresó más de un millón de euros! Ya vemos, ya, porque el feminismo para él es una gran lacra.

Ahora, y aunque no tenemos ninguna confianza en las instituciones capitalistas y patriarcales, Rubiales ha sido citado a declarar como imputado tras la denuncia de la futbolista ante la Fiscalía y puede ser condenado por delito de agresión sexual y por coacciones. Pero la sentencia social ya la hemos dictado nosotras: ¡culpable, baboso, agresor!

La justicia machista rebaja la pena de un miembro de La Manada

24 horas después de conocer la dimisión de Rubiales, la prensa nos sorprendía con otra información. El Tribunal Superior de Justicia de Navarra ha rebajado en un año la pena de prisión a uno de los violadores de la Manada de Pamplona. El aparato del estado y su judicatura justifican esta decisión y la tachan de “razonable” porque, según ellos, la ley del sólo sí es sí, ya modificada vergonzosamente por el PSOE de acuerdo con el PP, así lo permite.

Como si se tratara de una venganza para proteger el honor de uno de los suyos, estos Rubiales con toga, estos fascistas disfrazados de magistrados, recuperan el caso de la Manada para tratar de enviarnos un mensaje: habéis tumbado a Rubiales, pero no os olvidéis de quien manda aquí. ¿Qué dirá ahora el Gobierno? ¿Seguirán hablando de que la justicia funciona y que hay que respetar los cauces judiciales? ¿Mantendrá el PSOE su silencio o nos recomendará aceptar las sentencias patriarcales como ya hizo hace unos meses haciéndose eco del discurso de la reacción?

Estos reaccionarios, amantes del aguilucho, son unos provocadores. Como la experiencia ha demostrado y el caso de Rubiales lo ha remarcado todavía más, el problema no es la ley. El problema no es que el Ministerio de Igualdad la redactara mal, o que tuviera huecos legales. El problema es que los Tribunales, los juzgados y las audiencias siguen apestadas de franquistas y machistas a quienes les hierve la sangre cuando las mujeres arrancamos y avanzamos en derechos.

No es casualidad que vuelvan a poner sobre la mesa la condena de los Sanfermines. Fue precisamente la masiva respuesta social y la multitudinaria marea morada que durante meses gritamos ¡no es abuso, es violación! la que impulsó e hizo nacer la Ley del Sólo Sí es Sí, y la que finalmente tumbó aquella sentencia infame.

No vamos a parar

Cuando hace unos pocos días desde las calles de todo el país coreábamos: ¡que caigan todos!, lo decíamos muy en serio. Haber tumbado a Rubiales es una victoria que nadie nos va a arrebatar, y al mismo tiempo, la vergonzosa decisión del Tribunal navarro nos recuerda que este sistema nos ha declarado la guerra.

Nosotras también hace mucho tiempo que les hemos declarado la guerra a ellos: a los machistas, a quienes promueven la cultura de la violación, a la extrema derecha, a los jefes explotadores, a los babosos de paisano, a las banqueras que nos desahucian, al Régimen del 78 y a todos los partidos que lo sustentan. Queremos ser libres, queremos justicia para todas las víctimas. No vamos a parar hasta conseguirlo. El patriarcado y el capitalismo no caerán solos, los vamos a tumbar nosotras.

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