El caso de Almendralejo, donde varios menores han distribuido falsos desnudos de niñas realizados con Inteligencia Artificial, vuelve a sacar a la luz la violencia machista sistémica y la hipersexualización que sufrimos desde pequeñas. Las víctimas son al menos 20, la más joven de 11 años, todas de esta localidad extremeña, aunque según las fuentes de la investigación, es muy probable que el número continúe aumentando. Las imágenes han recorrido Almendralejo entero. Nos podemos imaginar el horror que estarán sufriendo estas jóvenes y sus familias.
Esto no es ninguna broma de mal gusto. Es algo muy serio. Los responsables de la creación y difusión de estas fotografías tienen entre 12 y 14 años, de cuatro institutos distintos. Y la pregunta que hay que hacerse es: ¿qué empuja a chavales tan jóvenes a protagonizar un episodio de violencia sexual como este?
Por supuesto, la consejera de Educación en Extremadura, del Partido Popular, a quien no le tiembla la voz al decir que "las mujeres somos más envidiosas", tiene su propia valoración: para evitar agresiones de este tipo, hay que regular el uso de la Inteligencia Artificial. En fin. Tampoco esperábamos una solución muy lúcida por parte de esta facha.
Otros de sus compañeros de partido son muy rápidos en señalar que hay que actuar con mano dura, severidad y represión. Pero esto tampoco podría atajar la lacra de la violencia machista que cada vez aparece antes y, lo más importante, no impediría que episodios parecidos vuelvan a suceder.
Lo que hay detrás de todo esto es, en primer lugar, un discurso machista y misogino, negacionista de la violencia contra las mujeres, que promueve el PP y Vox (quienes precisamente gobiernan en Extremadura), que evidentemente se cuela en nuestros centros de estudio. Es la cultura de la violación amparada por la justicia patriarcal y el poder que continúa teniendo la Iglesia Católica en las aulas, adoctrinando en la opresión de la mujer. Y por supuesto y algo fundamental, y es que la única educación sexual que tienen millones de niños y adolescentes es la pornografía, cuyo contenido se empieza a consumir a los 8 años. Es decir, muchos de estos jóvenes ven antes una violación filmada, escenas donde las mujeres son objetivos pasivos y sumisos, antes de que nadie les hable de la igualdad, del respeto o de cómo tienen que ser las relaciones sanas entre las personas.
¡Necesitamos una asignatura de educación sexual ya!
Lo ocurrido en Almendralejo no es un caso aislado. La misma semana que conocíamos la noticia de los falsos desnudos, una niña de ¡¡6 años!! fue agredida sexualmente en el recreo por parte de tres compañeros de su misma clase y edad, también en Badajoz. En Badalona, además de todas las víctimas del Centro Comercial Magic, una manada de 8 jóvenes violó a una adolescente de 15 años en un descampado, uno de ellos era el novio de la víctima.
Y la lista puede continuar eternamente. No podemos más, estamos hartas. Siempre que sucede casos tan espantosos que involucran a menores saltan todas las alarmas, todo el mundo hace declaraciones, pero no se toma ninguna medida para, en primer lugar, acompañar a las víctimas, y en segundo lugar, para ir a la raíz del problema.
Las agresiones machistas nos persiguen día a día y ponen el foco en la falta de preparación en cuanto a la prevención y actuación de los centros educativos ante situaciones de agresión sexual. A pesar de que muchas tienen lugar en nuestros institutos, siguen sin ser dotados de herramientas para que los profesores puedan identificar, intervenir y prevenir estas actuaciones y sus trágicos desenlaces.
Por otro lado, es inconcebible que se nos siga negando una asignatura de educación sexual dentro de las aulas que eduque en la importancia del consentimiento, en que no es no, en que las mujeres no provocamos nada por cómo vamos vestidas, en que nuestros cuerpos son diversos, en que las relaciones sociales, humanas y sexuales tienen que construirse sobre la igualdad, el respeto y el apoyo mutuo. Que se nos siga negando todo esto no hace más que agudizar y mantener la violencia machista en nuestros centros y en la sociedad.
Basta ya de palabras vacías. La juventud feminista combativa no nos cansaremos de decir: las aulas y las calles también son nuestras. ¡Educación sexual y recursos económicos y materiales para la educación pública ya!