Cuando creemos que ya lo hemos visto todo, las democráticas instituciones del Régimen del 78 siempre consiguen sorprendernos (y asquearnos). El pasado lunes 2 de diciembre el Senado acogió uno de los encuentros de mayor nivel de la extrema derecha a nivel mundial. La Red Política de Valores (PNfV por sus siglas en inglés), que reúne a unos 200 políticos y representantes institucionales ultraderechistas de varios países, organizó en Madrid su V Cumbre Transatlántica contra el aborto. Para sorpresa de nadie, el Partido Popular y Vox estuvieron en primera fila.

Desde el atril de la Cámara Alta, estos misóginos enemigos de los derechos de las mujeres y de todo lo que huela a progreso, fueron explicando su visión del mundo: un mundo en crisis por el avance del feminismo y los derechos LGTBI, la “cultura de la muerte”, es decir, el aborto y la eutanasia.

Lo sorprendente no es que la extrema derecha esparza estos discursos. Lamentablemente ya estamos acostumbradas. La pregunta que nos hacemos muchas es ¿cómo es posible que esta cumbre se celebre? Este evento fascista fue aprobado el 17 de julio por unanimidad en la Mesa del Senado, donde el Partido Popular tiene mayoría absoluta. Pero esa unanimidad con la que salió adelante significa que tanto los cuatro representantes del PP y los tres del PSOE dieron su visto bueno. El partido de Pedro Sánchez alegó que votaron a favor porque “no se percataron qué representaban las siglas de la asociación PNfV”, y aunque meses después presentaron una moción, no han hecho absolutamente nada para evitar que este aquelarre de extrema derecha pueda suceder con absoluta tranquilidad.

Ahora la ministra de Igualdad, Ana Redondo, se echa las manos a la cabeza y lo califica de “intolerable”, pero quienes nos echamos las manos a la cabeza somos nosotras cuando el PSOE se pone el pin de antifascistas o nos hablan de la extrema derecha mientras les colocan un altavoz en la boca y con sus políticas permiten que su demagogia penetre.

De Mayor Oreja a Kast. Machistas, fanáticos religiosos y lunáticos

En Madrid se han juntado algunos de los más importantes representantes del universo reaccionario. Vinieron todos. Jaime Mayor Oreja, el exministro del Interior con José María Aznar, el chileno José Antonio Kast –un defensor de la dictadura pinochetista–, miembros de Vox, congresistas estadounidenses, miembros del Gobierno argentino y representantes de la Hungría de Orbán o la Italia de Meloni.

“La verdad de la creación frente al relato de la evolución”, dijo el exministro del PP. “El matrimonio pertenece exclusivamente a la heterosexualidad”, afirmó el eurodiputado rumano Serban-Dimitrie Sturdza. Ignacio Garriga de Vox por supuesto que estaba ahí para hablar sobre la “guerra cultural como una obligación frente a la cultura de la muerte” ya que hay quienes “prefieren las políticas de sustitución al fomento de la natalidad”.

Pero todos estos representantes contaron también con el abrazo de plataformas y lobbies como la Fundación NEOS, Red Madre, Heritage Foundation, la Organización Internacional para la Familia o Hazte Oír.

Doce horas de reunión. Doce horas de odio contra los derechos de las mujeres, contra el movimiento feminista, contra los y las inmigrantes, y una oda enloquecida del “orden natural cristiano”. La extrema derecha es un peligro enorme para la gran mayoría de la sociedad. Estos fascistas no dudan en exponer el futuro que quieren para el mundo. Un futuro que pasa por la familia, la burguesa y patriarcal en la que la mujer sea una esclava. La libertad, para que ellos y ellas continúen explotándonos impunemente. La vida, para atentar contra el derecho a interrumpir tu embarazo mientras apoyan al mayor genocida asesino de niños Netanyahu.

No daremos ni un paso atrás

Como este evento demuestra, no vamos a parar al fascismo apelando a la “democracia”, al Estado o a las instituciones. Esta cumbre se ha podido celebrar porque las instituciones del Régimen del 78 así lo han querido. La democracia capitalista es una farsa sobre la que se sustenta el avance de la extrema derecha. Una ultraderecha que avanza en toda Europa y cuyos vínculos con el aparato del Estado cada vez son más sólidos.

Mientras el PSOE se echa las manos a la cabeza, las feministas revolucionarias tenemos claro que para frenar al fascismo, cortar de raíz su veneno y evitar que escalen más posiciones, tenemos que basarnos en nuestra fuerza organizada en las calles, señalando al fascismo como lo que es: el camino que utilizan los capitalistas cuando no les queda más remedio.

A los fascistas no se les discute ni se les frena con cordones sanitarios, se les combate.

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