Una reflexión desde el feminismo de clase y revolucionario

Conocer por la prensa capitalista que Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos y uno de sus referentes políticos y mediáticos hasta hace poco tiempo, fue denunciado en 2023 por diferentes mujeres del espacio por agresiones machistas y acoso sexual, y que la dirección se limitó a no convocarlo a más actos públicos, sin tomar medidas contundentes y sin ponerlo en conocimiento de la militancia y del movimiento feminista, nos provoca una honda estupefacción.

Como feministas que luchamos todos los días contra estos comportamientos, que sufrimos el acoso de la derecha y la extrema derecha, que somos víctimas de una justicia patriarcal que encubre a violadores y agresores, decimos honestamente que esta forma de actuar no es lo que necesitamos. Insistir vehementemente en que no hay nada que reprocharse y que todo se hizo en secreto para respetar el anonimato de las víctimas, decir estas cosas públicamente para justificar lo injustificable, solo da munición política a nuestros enemigos.

No, este tipo de argumentos, en las antípodas de reconocer que se han cometido errores serios, compromete la credibilidad de la dirección de Podemos y permitirá a la caverna reaccionaria insistir en sus ataques.

Desde Libres y Combativas e Izquierda Revolucionaria hemos sido completamente beligerantes contra las campañas infames que la derecha, la extrema derecha y sus cloacas mediáticas han vertido contra Podemos. A pesar de nuestras diferencias, que nunca hemos ocultado porque no creemos en la diplomacia podrida ni en los acuerdos de salón, siempre hemos denunciado las operaciones de la socialdemocracia del PSOE para laminar a Podemos, incluyendo el montaje de Sumar y la sumisión de sus dirigentes a la agenda otanista y capitalista de Pedro Sánchez.

Defendimos públicamente la Ley del Solo sí es sí como un paso adelante contra el machismo y la violencia sexual, y estuvimos al lado de Irene Montero frente a la ofensiva nauseabunda que soportó desde su propia bancada gubernamental y, por supuesto, desde las tribunas políticas, judiciales y mediáticas de la derecha franquista y esa pseudoizquierda “progre”.

Por eso, porque nunca nos hemos puesto de perfil y hemos estado en primera línea construyendo un feminismo de clase y anticapitalista, la forma y las razones que la dirección de Podemos están utilizando para justificar los hechos deplorables de los que es protagonista Juan Carlos Monedero, constituyen, en nuestra fraternal opinión, una equivocación.

Que ahora, ante el repunte que le dan diferentes encuestas a la formación morada, los medios de la derecha y la socialdemocracia están francamente interesados en hacer lo que sea para frenarlo, no debe sorprender a nadie.

Pero estas son, precisamente, las razones de peso por las que una formación que se reivindica de la izquierda transformadora no puede actuar así cuando se producen este tipo de casos. No se puede defender que, ante denuncias tan graves de acoso y agresiones machistas contra dirigentes que son referentes, lo mejor es tomar “decisiones” que no se comunican a la militancia, que se ocultan públicamente y que son completamente insuficientes por no decir ridículas. Así no defendemos ni protegemos al movimiento de estas lacras que produce el capitalismo y su ideología.

Luz y taquígrafos. Ningún tutelaje. Ninguna ocultación. Al contrario. Explicación y medidas contundentes. Eso es lo único que nos puede proteger, la única garantía de que construimos espacios de militancia seguros para todas, que la democracia interna genuina prevalece para combatir el machismo repugnante, el abuso de poder y la burocracia dentro de la izquierda.

Como la dirección de Podemos ha reconocido tras ser desvelado por diferentes medios, el 12 de septiembre de 2023 una militante se dirigió al Área de Feminismos para exponer los comportamientos machistas de Juan Carlos Monedero desde hace años, que incluían agarrar por detrás a mujeres jóvenes rodeando con los brazos, realizar tocamientos en cintura y trasero, y comentarios inapropiados ante compañeras con las que no se tenía ninguna confianza. Esa denuncia fue respondida el 22 de septiembre por la responsable de Feminismos de Podemos, Ángela Rodríguez Pam, comunicando a la mujer que la realizó que los hechos se pondrían en conocimiento de la Comisión de Garantías. Esa misma Comisión envió otro email a la denunciante requiriendo información, del que parece no se obtuvo respuesta.

Pero el problema es que la dirección de Podemos no continuó investigando estos hechos y la situación se complicó aún más. Tal como han reconocido fuentes del partido, dos días después de esta primera denuncia varios miembros de la dirección recibieron otra: una compañera de la formación informó que había sido víctima de violencia sexual por parte de Monedero, y pidió expresamente que se tomaran medidas internas para que el agresor dejara de participar en los actos de la organización.

Las dirigentes de la formación morada, que tienen una probada experiencia de lucha en el movimiento feminista, han argumentado en declaraciones públicas que actuaron inmediatamente, dejando de convocar a las actividades del partido a Monedero y, para reforzar su explicación, que ya no ocupaba desde 2015 ningún cargo en órganos dirigentes. Justificaciones que son realmente pobres y que, en lugar de aclarar, lo que hacen es poner un signo de interrogación en la reacción que se tuvo.

Pablo Iglesias, tras celebrarse Vistalegre II, invitó a Monedero a algunos Consejos Ciudadanos, el órgano de dirección estatal, hasta que la figura de invitado permanente quedó aprobada después de la Cuarta Asamblea, en 2021. Monedero participó en numerosos encuentros de la dirección después de que Ione Belarra asumiera la Secretaría General, y es harto conocido que polemizó duramente con ella e Irene Montero, defendiendo el apoyo a Sumar y a Yolanda Díaz.

Estas diferencias se hicieron cada día más públicas e insostenibles, y en mayo de 2023 Monedero “abandonó” la dirección de la Fundación del partido, el Instituto República y Democracia.

Pero hay que ser concretas. Si la dirección de Podemos hubiera dado la credibilidad a estas denuncias que realmente merecían, la decisión hubiera sido una expulsión fulminante y una explicación política amplia y rigurosa, para demostrar que la tolerancia con los abusos machistas y el acoso sexual es cero.

Esto no se hizo y el problema es ahora mucho mayor. La forma en que fue apartado Monedero en ningún momento indicaba que se trataba de una sanción a su comportamiento sexista y acosador. Jamás se hizo pública esta razón, nada se explicó, todo se silenció hasta que ahora estalla.

Y la situación llegó al punto de que, en las redes sociales, se puede leer cómo la actual secretaria general de Podemos se despide de forma fraternal y elogiosa de Monedero cuando abandona su responsabilidad al frente de la Fundación, y cuando ya conocía las denuncias por agresión sexual que se habían formulado contra él.

¿Se le aparta de los focos por unos hechos tan graves y al mismo tiempo se le felicita públicamente? ¿Así se combatía el comportamiento machista de Monedero? ¿Acaso no son este tipo de contradicciones lo que minan la credibilidad de una dirección?

Otro argumento utilizado es que si nada se hizo público fue para no poner en riesgo el anonimato de las denunciantes, para protegerlas. ¿De verdad se puede sostener esta idea para justificar que no se adoptaran medidas contundentes contra Monedero y se hurtara la información a la militancia?

Es importante reflexionar sobre ello. La mejor manera de proteger a las mujeres víctimas de las agresiones de Monedero y a otras que lo pueden ser es actuando con la máxima diligencia y trasparencia, adoptando de forma valiente y decidida las medidas más drásticas para que la lacra del machismo no penetre en las filas de la izquierda transformadora. Y hacerlo público a la organización y al movimiento feminista es la mejor y más eficaz de las vías para blindarse contra los ataques de la reacción.

Es muy doloroso saber también que estas denuncias no impidieron que Juan Carlos Monedero siguiera teniendo un programa en Canal Red hasta enero de 2024. Y todo parece indicar que, a medida que las informaciones y las filtraciones se vayan sucediendo, el cuadro general empeore aún más.

Juan Carlos Monedero ha negado todas las acusaciones y declarado a los medios de comunicación que no fue notificado en ningún momento de estas denuncias por parte de la dirección de Podemos. Es más, ha rechazado todo como un montaje de la derecha, al mismo tiempo que echa por tierra la explicación de las responsables de Podemos. La Universidad Complutense, donde Monedero imparte clases de Ciencias Políticas, ha confirmado que investiga una denuncia de acoso sexual contra él.

Como ocurrió con el caso de Íñigo Errejón, ahora todo el mundo señala a Monedero: “se sabía, todos lo sabían”, “era vox pópuli”, “en Somosaguas tenía que tener siempre abierta la puerta de su despacho”…

La cuestión para el feminismo revolucionario no es solo constatar que indicios y denuncias tan numerosas no provocaron actuaciones más allá de ser apartado de los actos más públicos.

La cuestión es cómo nos defendemos de esta peste de dirigentes narcisistas que utilizan su proyección mediática, su influencia y poder para sus fines depredadores, y lo hacen además manoseando las ideas del feminismo. Y solo hay una respuesta: hay que levantar una política y una organización revolucionaria consecuente, que se niegue en redondo a participar en la gestión del sistema y sus migajas.

Decía Rosa Luxemburgo que la seriedad de un partido combatiente se mide por el rigor con el que examina sus errores, los reconoce francamente y los rectifica haciendo partícipe de ese proceso al conjunto de la militancia y del movimiento. Nos levantamos sobre los hombros de gigantes, de mujeres que nunca aceptaron jugar al cortoplacismo ni al tacticismo.

La dirección de Podemos debe rectificar esta línea de justificaciones y reconocer honestamente los errores que se han cometido. Lo ocurrido es muy serio, y se lo deben a una militancia muy golpeada. Y también se lo deben al movimiento feminista. No se puede permitir que nuestros enemigos utilicen estas debilidades para desacreditar nuestra batalla.

Toda nuestra solidaridad con las víctimas. Todo nuestro apoyo a las mujeres que han sido golpeadas por el machismo de un individuo que ha arrastrado las ideas de la izquierda por el fango. Hermanas no estáis solas.

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