Carmen Turrero
Las sucesivas reformas de las pensiones, Felipe González en 1984, José María Aznar en 2001, José L. Rodríguez Zapatero de 2011 y Mariano Rajoy en 2012, han hecho que las trabajadoras y trabajadores nos jubilemos más tarde debido a la implantación del factor de sostenibilidad y que tengamos que cotizar más años
– 35 - para alcanzar el 100% de la pensión: esto se traduce en pensiones más bajas cuando nos jubilamos. Estas reformas nos empobrecen a todo el colectivo de pensionistas, pero muy especialmente a las mujeres. Nosotras nos llevamos la peor parte.
Empobrecimiento generalizado del colectivo pensionista
La subida de las pensiones decretada por el Gobierno de Mariano Rajoy de un 0,25% y la subida del IPC de un 1,5% hace que cada vez las y los pensionistas tengamos menos poder adquisitivo. El dinero que tenemos que gastar en medicamentos, una media de 120€ al año que son el triple de la subida media de nuestra pensión, significa que nuestra calidad de vida empeora con los años. Y con estas pensiones de miseria tenemos que hacernos cargo, en muchos casos, de nuestros hijos que han perdido su trabajo o se enfrentan a una enorme precariedad debido a los ataques del gobierno, las reformas laborales y los numerosos despidos desde el estallido de la crisis.
No podemos estirar más nuestra pensión. Muchas veces la situación es tan extrema que dejamos de comprar nuestros propios medicamentos para dar de comer a nuestros hijos y nietos. Esto tiene consecuencias y de hecho se ha traducido en un aumento de la mortalidad de las personas mayores. A esto hay que añadir la larga lista de medicamentos, más de 500, que hay que pagar íntegramente independientemente de la cuantía de la pensión: medicamentos para el aparato respiratorio, para el reuma, vasodilatadores para evitar un “ictus”, pomadas para la evitar el dolor causado por la artritis y un largo etcétera de medicinas comunes de personas mayores. La situación es verdaderamente escalofriante. Se calcula que un 17% de los pensionistas deja de tomar sus medicamentos por falta de dinero para pagarlos.
Las artimañas del sistema para pagarnos menos a las mujeres – también cuando nos jubilamos.
Pero también afecta a nuestra pensión otros factores como la calidad del trabajo que tenemos. Las mujeres tenemos trabajos más precarios y por lo tanto peor pagados y con cotizaciones más bajas. Nosotras no elegimos estos trabajos, pero el papel de cuidadoras y de responsables de las tareas del hogar que nos impone el sistema nos obliga a coger trabajos a tiempo parcial. Un tipo de trabajo que en el Estado español alcanza el 15% del total de empleo, trabajo que es realizado por mujeres en un 72%, de las cuales el 20% debe escoger este trabajo a tiempo parcial por motivos familiares.
Y es que la brecha de género que padecemos las mujeres bajo el sistema capitalista no es una sola brecha, son varias. Salarios un 24% más bajos que los hombres por el mismo trabajo, más paro por el papel que el patriarcado nos asigna de cuidadoras de nuestros hijos y familiares enfermos y por tanto menos años de cotización - 10 años menos de media que los trabajadores hombres -. Esta es una ecuación que nos lleva a tener una pensión de jubilación más baja cuando nos llega la edad de jubilarnos. Si la jubilación media de los hombres es de 1197 € la de las mujeres solo llega a 742€, lo que significa, 455€ menos. Y sigue aumentando.
El pasado año, el eurodiputado español Ernest Urtasun presentó un informe sobre “Igualdad entre hombres y mujeres en la Unión Europea en 2014-2015” en el que constataba que España es uno de los países donde más se ha notado esta brecha respecto a las pensiones. Si en 2008 era un 33%, en 2014 se llegó al 36,1% y ha alcanzado el 37% en 2017. Esta diferencia está directamente relacionada con el papel que el sistema capitalista nos tiene reservado a las mujeres.
Destruir los servicios públicos para cargarlos sobre los hombros de las mujeres trabajadoras.
Aunque las mujeres nunca hemos alcanzado los niveles de empleo que los hombres, desde el inicio de la crisis capitalista las cifras de las mujeres en paro no han dejado de aumentar. Esta situación está directamente relacionada con el cuidado de hijos y familiares. Los recortes y privatizaciones de los servicios públicos como escuelas infantiles, dependencia o sanidad han obligado a las mujeres trabajadoras, en muchos casos, a abandonar nuestros puestos de trabajo para hacernos cargo de estas tareas que deberían ser cubiertas por profesionales a través de los servicios sociales. En vez de eso, muchas mujeres se ven obligadas a renunciar a todo para poder encargarse de estas tareas, sin preparación alguna, y de forma gratuita, claro. A esto hay que añadir también que las reformas que el Gobierno del PP ha llevado a cabo durante sus 7 años de gobierno han facilitado el despido por embarazo o parto.
Las cifras son claras. Según datos del INE, el 95% de los parados que se dedican al cuidado de hijos y familiares son mujeres y el 82% las que cuidan a hijos menores de 3 años. Y esto significa menos años de cotización y por lo tanto pensiones más bajas con importantes consecuencias en nuestra calidad de vida en el momento en que más enfermamos.
¡Contra la opresión a las mujeres! ¡Contra las pensiones de miseria! ¡La lucha es el único camino!
Pero las y los pensionistas no vamos a conformarnos con esta situación. Las mujeres pensionistas hemos participado en primera línea de lucha en las extraordinarias manifestaciones convocadas por la Coordinadora en Defensa del Sistema Público de Pensiones. Y no vamos a quedarnos quietas por el cambio de Gobierno ahora en manos de un partido, el PSOE que fue el responsable de la reforma de 2011. Seguiremos en la calle con nuestros compañeros pensionistas hasta conseguir nuestras reivindicaciones.
La lucha para acabar con la brecha salarial y el trabajo precario y por tanto con las pensiones de miseria es una lucha contra el sistema que provoca esta situación: el sistema capitalista que divide a la clase trabajadora el líneas de género, también por nuestro país de origen y de todas las formas posibles para beneficiarse económicamente de esta división.
Nosotras, las mujeres, pensionistas y trabajadoras, estamos determinadas a luchar contra este sistema que nos explota doblemente, como mujeres y como trabajadoras.