Cuando decidí escribir este libro (…) me lo planteé como una autobiografía política (…) era posible que, después de leerlo, mucha gente comprendiese por qué tantos de entre nosotros no tenemos otra alternativa más que ofrecer nuestras vidas (…) a la causa de los oprimidos. En estos momentos (...) en que se está haciendo visible la bancarrota general del sistema capitalista, existe la posibilidad de que otros hombres y mujeres —negros, cobrizos, pieles rojas, amarillos y blancos— sientan deseos de unirse a nuestra comunidad de lucha.

Nació en 1944 en Birmingham, Alabama, en el seno de una familia humilde de maestros que militaba clandestinamente en la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP). Desde niña vivió en sus propias carnes el racismo y el clasismo sureños. El barrio en el que se crió fue bautizado como “colina dinamita” por los constantes ataques con bombas que sufrían. En 1955 la detención de Rosa Parks, a pocos kilómetros de la casa de Angela, impulsó el movimiento en defensa de los derechos civiles. Cientos de miles de jóvenes y trabajadores negros organizaron manifestaciones masivas y se sumaron al boicot contra la discriminación en cines, cafeterías y transporte público. Angela, con sólo 10 años, participó del boicot negándose a cumplir las leyes racistas que la prohibían sentarse en la parte delantera del autobús.

En 1963 la Marcha sobre Washington reúne a 250.000 personas, lo que supone un nuevo punto de inflexión en la lucha por los derechos civiles. A pesar del intento de moderar su contenido por parte de los organizadores, se plantean consignas de clase junto a las reivindicaciones contra el racismo. La radicalización del movimiento, comenzando por Martin Luther King, que comenzaba a señalar al sistema capitalista como el principal responsable del racismo, y especialmente Malcom X, que se aproxima abiertamente al marxismo y a los movimientos de liberación nacional en los países excoloniales, impulsa la lucha obligando al Gobierno a aprobar la Ley de Derechos Civiles en 1964 y la Ley del Derecho al Voto en 1965.

Militancia revolucionaria: Che-Lumumba y los Panteras Negras

Durante estos años Angela realiza sus estudios universitarios, viajando por distintos países europeos. En París queda impresionada por la brecha que separa la lujosa vida de los ricos de la miseria en los guetos. En Alemania participa activamente en las manifestaciones de la Federación Socialista Alemana de Estudiantes (SDS) contra la guerra de Vietnam, desarrollando un fuerte sentimiento internacionalista.

Tras el asesinato de Luther King y Malcom X, en un contexto de creciente represión policial, surge el Partido de los Panteras Negras (BPP), un grupo político de autodefensa contra la violencia del Estado. La irrupción de los Panteras Negras en la Asamblea Legislativa de California en 1967 y el surgimiento del movimiento Black Power aceleran la vuelta de Angela Davis a EEUU. Junto al enorme potencial revolucionario del movimiento, observa el sectarismo entre distintas organizaciones y, sobre todo, la carencia de un programa marxista, que dificultan su desarrollo. Decide tomar partido en las distintas polémicas políticas surgidas, y entra en contacto con el Partido Comunista de EEUU a través de su plataforma negra, el grupo Che-Lumumba.

Posteriormente, ya como militante comunista, se integra dentro del Student Nonviolent Coordinating Committee (SNCC) —la principal organización política en defensa de los derechos civiles— realizando un trabajo de agitación y politización en las filas del SNCC en Los Ángeles, que se convierte en referencia a nivel nacional. Posteriormente son purgados por la dirección del SNCC, acusados de introducir las ideas del marxismo y por negarse a colaborar con los burgueses negros.

Buscó una nueva plataforma de masas en la que poder extender las ideas del marxismo y la revolución, participando en los Panteras Negras. El BPP estaba ganando miles de militantes con sus patrullas de autodefensa, el servicio de comedores sociales y su lucha militante contra el racismo policial. Angela comenzará a tener reuniones con el sector más a la izquierda, discutiendo textos de Lenin, Marx y otros revolucionarios, tratando de introducir una perspectiva marxista.

Contra la represión y por la libertad de los presos políticos

La existencia de una dirigente que no sólo luchaba contra el racismo y el machismo, sino que lo vinculaba de forma directa a la lucha contra el capitalismo era algo que la burguesía no podía aceptar. Al igual que ocurrió con miles de activistas negros y de la izquierda, Angela fue objeto de una brutal represión. En 1969 es despedida como profesora de la Universidad de California. Su familia y amigos son atacados por la prensa y la policía. Angela no cede a las presiones. Comienza a participar y organizar comités de lucha por la liberación de los presos políticos, que surgen en un gran número de cárceles y son integrados por familiares de los presos y activistas, llevando la voz de las prisiones a las calles. La propia Angela llega a ser acusada de secuestro y asesinato en un escandaloso montaje policial, pidiéndose la pena de muerte. Su concepción del juicio como un juicio político y la vinculación de su defensa con la organización del movimiento en las calles, obligaron a la justicia a absolverla.

Hoy, a sus 74 años, sigue denunciando incansablemente el racismo, el machismo, el clasismo y la represión del sistema capitalista. Su lucha fue una inspiración para toda una generación de jóvenes revolucionarios, pero su ejemplo es ahora más necesario que nunca.

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