A pesar de que casi todas las encuestas daban una victoria por mayoría absoluta de la reacción, y de que ese era el ambiente que se respiraba tras el tsunami azul del 28M, finalmente el vuelco ha sido evidente.
La noche electoral del 23J ha sido un duro golpe para la derecha reaccionaria del PP y Vox. Ellos, que se veían ya tan contentos repartiéndose ministerios, cerrando algunos como el de Igualdad, o trayendo de vuelta al rey Émérito, se la han tenido que envainar, al menos por el momento.
Este vuelco solo se explica porque millones de trabajadores y de jóvenes se han movilizado electoralmente y con una gran determinación para evitar una involución en los derechos democráticos que tanto esfuerzo y lucha costó conquistar.
Las y los jóvenes que hemos estado a la cabeza del movimiento feminista y de la lucha por los derechos de la comunidad LGTBI, que salimos a las calles de nuestros barrios contra los fascistas de Vox y fuimos reprimidos por la policía como ocurrió en la Plaza Roja de Vallekas o en las manifestaciones por la excarcelación de Pablo Hasel, hemos bajado a nuestros colegios electorales y hemos votado para frenar en seco a estos nostálgicos del franquismo que están dispuestos a quitarnos todo.
Pero esto no quiere decir que el voto PSOE y a SUMAR sea un cheque en blanco ni mucho menos. El voto ha sido un instrumento para frenar la amenaza de la reacción, que ha sufrido un duro golpe, pero que no ha sido derrotada y sigue clamando venganza.
A pesar de que finalmente se ha podido evitar que el PP y Vox sumen para formar Gobierno, la distancia entre los bloques se ha reducido, y PP y Vox se han quedado a tan solo 6 escaños de lograr la mayoría absoluta. El bloque de la derecha ha crecido en 723.933 votos, alcanzando el 45,65% y los 11.177.348 votos.
El bloque de la izquierda parlamentaria, incluyendo a la izquierda independentista, ha perdido 191.434 votos consiguiendo el 48,28% y 11.822.342 votos. No obstante, sigue superando a la derecha españolista por 644.994 votos. Así es como la movilización y la lucha en las calles y la experiencia de estos años se refleja también en el ámbito electoral. Es la conciencia antifascista del movimiento obrero y la juventud en acción.
El bloque reaccionario ataca y la clase obrera y la juventud responden
La desfachatez con la que ha actuado la derecha en las últimas semanas ha sido salvaje: han puesto al frente de Parlamentos y Gobiernos a maltratadores condenados, a toreros fascistas, misóginos del Opus Dei y falangistas que reivindican matanzas como la de Badajoz en la guerra civil, y han contado con las falanges fascistas, a través de empresas dirigidas por nazis como Desokupa. Todo ese polvo social de la reacción, compuesto de miles de pequeños y medianos empresarios que se enriquecen a costa de la explotación laboral más salvaje y racista, y que reivindican las esencias de la dictadura franquista y del nacional catolicismo, levantaban la cabeza esperando aplastarnos, ¡pero no lo han conseguido!
Hemos visto a un Feijóo errático que, ante las denuncias por sus vínculos con el narco Marcial Dorado, pasó de decir que no sabía nada de sus actividades a que cuando le conoció solo era un contrabandista, y no un narcotraficante, y que se ausentó de un debate donde Abascal terminó haciendo el completo ridículo.
Por otro lado, Abascal y Vox emergieron con su discurso más fascista, cargando especialmente contra Catalunya, Euskal Herria y el independentismo. Y en esto el PP les tendió la mano, sacando a ETA por todos lados y popularizando entre su base social el “que te vote Txapote”. Iban de sobrados convencidos de su victoria.
Pero esta estrategia finalmente se ha vuelto en su contrario. Lo que lograron fue encender todas las alarmas que han impulsado este vuelco electoral, movilizando a la izquierda, especialmente en las nacionalidades históricas. En Catalunya la derecha españolista obtiene tan solo 8 escaños y la izquierda (incluyendo a ERC y la CUP) obtiene casi el 65% de los votos. Lo mismo podemos decir en Euskal Herria donde la izquierda obtiene el 60,29% de los votos y la derecha españolista solo rasca 3 diputados del PP, ya que Vox no saca ninguno.
La respuesta a la campaña neonazi de la derecha se ha dejado notar incluso en Comunidades donde la derecha había avanzado con fuerza en las autonómicas y municipales, como Madrid o Andalucía. La izquierda resiste e incluso avanza gracias a una potente movilización en los barrios obreros. En total, el bloque de Gobierno, PSOE y Sumar, consiga incluso incrementar sus resultados obteniendo 281.107 votos más que en 2019.
El fascismo y la reacción se combaten con la movilización y la lucha en las calles
Estos resultados han sido una gran noticia para la clase obrera y la juventud que hemos logrado mantener a la derecha fuera del Gobierno. Sin embargo, es necesario comprender por qué la reacción ha estado tan cerca de llegar a La Moncloa. La extrema derecha ha avanzado estos últimos años, entre otras cosas, por la insatisfacción con el Gobierno de coalición.
Sus políticas han sido incapaces de revertir las enormes dificultades de la clase trabajadora, mientras que sí han garantizado los beneficios del IBEX 35 y la patronal. Sus supuestos logros, a los que no han dejado de apelar a lo largo de la campaña, son un auténtico espejismo para millones de familias obreras y jóvenes: la pobreza no ha dejado de aumentar, como demuestran los informes de Oxfam y Caritas; los salarios, incluido el SMI, se han seguido hundiendo fruto de la inflación; la reforma laboral sigue manteniendo una situación de precariedad laboral que se ha cronificado; la Ley Mordaza continúa vigente y aplicándose activamente contra la juventud y en conflictos obreros como el de Cádiz o el metal de Pontevedra; los servicios públicos siguen colapsados y sin que se reviertan las privatizaciones; y el acceso a una vivienda es una auténtica película de terror para millones de jóvenes.
Pero es que además, el Gobierno de coalición ha apoyado sin tapujos al imperialismo norteamericano, a la OTAN y a Zelensky en la guerra de Ucrania, elevando el gasto militar a niveles record; ha abandonado al pueblo saharaui, y ha encubierto y justificado infames matanzas como la de Melilla.
Esta enorme insatisfacción, malestar y decepción no han desaparecido. Por eso mismo, si queremos acabar con el peligro del fascismo no podemos conformarnos con estos resultados electorales, ni con estas políticas, ni el estado de las cosas.
Las y los jóvenes, las trabajadoras y trabajadores de nuestros barrios necesitamos recuperar las calles. La paz social defendida por el Gobierno de coalición y sus políticas capitalistas solo han servido para fortalecer a las derechas. Por eso mismo, tras estos resultados electorales, no es el momento de irse a casa y confiarse. ¡Al revés!
Si queremos librarnos de la amenaza fascista sólo hay un camino que es con la organización y la lucha desde abajo, en nuestros barrios, en los institutos y facultades, en los puestos de trabajo. Combatiendo en las calles a la extrema derecha y al aparato del Estado que nos reprime con la movilización masiva. Denunciándoles con claridad a ellos y todos los que les hacen el juego. Luchando por políticas de izquierdas de verdad, que acaben con la situación miserable a la que nos condenan los dictados del IBEX 35 y el FMI. Necesitamos levantar un movimiento que se enfrente cara a cara a este sistema y que luche por construir una sociedad socialista en la que podamos ser verdaderamente libres.
Únete a nosotras nosotras y construye la alternativa que necesitamos con nosotras y nosotros. Somos más, somos más fuertes y necesitamos organizarnos para no dar ni un minuto de tregua al fascismo y a este sistema que lo utiliza contra nosotras y nosotros.