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El Partido Popular y Vox ya no se esconden ni disimulan. Vienen a por nosotras y nosotros y se han encargado de dejarlo claro en cada declaración televisiva, mitin o post en las redes sociales: guerra contra el colectivo LGTBI, contra las mujeres, contra los migrantes.

A los ya tradicionales insultos, deprecio y ataques a las que nos tienen acostumbradas estos defensores de la patria, los toros y la Guardia Civil, se suman las políticas que van a empezar a aplicar en nuevos Ayuntamientos y Gobiernos autonómicos. Ante los resultados electorales del 28 de mayo y la posibilidad de una vuelta triunfante a la Moncloa en julio, se sienten fuertes y sacan pecho de su odio de clase más LGTBIfóbico.

Son una amenaza muy seria para nuestros derechos. Vox ha comenzado la precampaña del 23J colocando una pancarta gigantesca en pleno centro de Madrid en la que podemos ver una mano –con su pulserita de España, por supuesto– tirando a la basura el logo feminista, la bandera LGTBI o la comunista. Decide lo que importa, nos dice la ultraderecha. No a los chiringuitos, al separatismo o la Agenda 2030. ¿Por qué apuestan ellos? Libertad, seguridad, fronteras y familia. Toda una declaración de intenciones que pone los pelos de punta.

Vox y PP acuerdan prohibir las banderas LGTBI en los edificios públicos y las concentraciones contra la violencia machista en Náquera, en el Ayuntamiento de Toledo ya han descolgado el símbolo arcoíris y han fulminado la Concejalía de Igualdad, LGTBI y Género para crear la de Familia en Orihuela y Ciudad Real. Imágenes así se repiten por toda la geografía. El partido de Alberto Núñez Feijóo ha facilitado que un fascista que escupe barbaridades como “las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene” o “la propaganda LGTBI es ingeniería social liberticida impuesta desde arriba” presida el Parlament balear. En la Comunitat Valenciana, más de lo mismo: los 50 puntos del acuerdo PP-Vox para la Generalitat son una exaltación de los valores católicos, apostólicos y romanos. La misma calaña fascista que, hace dos años, votó en contra de prohibir las terapias de conversión en la Región de Murcia.

Son la misma mierda, comparten la misma ideología. Aunque los medios de comunicación insistan en hacer una diferenciación entre una “derecha democrática” y una “ultra”, no engañan a nadie. Son los herederos de los franquistas, de los defensores de esa dictadura que durante 40 años aplastó todas las libertades democráticas y sociales, de los que encerraban a las mujeres entre las cuatro paredes del hogar, a fregar y con los hijos, y a los gays, lesbianas o trans, a la cárcel por desviados, enfermos y peligrosos.

Son los responsables de que la violencia LGTBIfóbica esté disparada. Con su discurso cada vez más fascistoide, quieren apretar las filas de su base social para seguir colocándonos en la diana de sus ataques. Es un fenómeno a nivel mundial. ¿O acaso hay diferencia entre el programa que proponen Vox y el PP en el terreno LGTBI o de la mujer con las políticas de Viktor Orban en Hungría, del PiS en Polonia o Giorgia Meloni en Italia? ¡No!

Al fascismo no se le discute, se le combate. ¡Por un Orgullo de clase y anticapitalista!

Los partidos políticos de la reacción, empresarios y banqueros, jueces y juezas, curas y obispos… están detrás de esta ofensiva reaccionaria. Estos machotes de pelo en pecho, de puros y puticlubs, los que por la noche salen de cacería a apalizar mujeres trans o chicos jóvenes gays, tienen sed de venganza. Todos los que en estos últimos años han tenido que agachar la cabeza y morderse la lengua ante un movimiento feminista combativo que ha movilizado a millones, ante las protestas en defensa de los derechos LGTBI y del Orgullo Crítico que cada año reúnen a más jóvenes con un claro sello antifascista y anticapitalista… ahora creen que es su momento para demostrar quién manda aquí de verdad.

Y el principal problema es que el PSOE, Pedro Sánchez y sus ministras tránsfobas, dan alas a nuestros enemigos y permiten que la demagogia antifeminista y LGTBIfóbica se extienda y cale. En estos cuatro años de Gobierno de coalición, las agresiones contra nuestro colectivo se han multiplicado, los nazis que nos golpean han sido tratados con guante de seda mientras Marlaska enviaba a los antidisturbios a reprimir nuestras manifestaciones, y hemos tenido que soportar una transfobia repugnante protagonizada por Carmen Calvo y compañía que nada tiene que envidiar al discurso promovido por Vox. Por si todo esto no fuera ya suficiente, el todavía presidente del Gobierno ha sacado el cuchillo contra Irene Montero, contra la única ministra que ha tenido el valor de decir en el Parlamento lo que muchas y muchos gritábamos en las calles y que impulsó la Ley Trans y del Sólo Sí es Sí. Es decir, guerra abierta contra la responsable de los avances legislativos (tímidos, pero positivos) en materia de igualdad y LGTBI. ¿Así pretende esta “izquierda” frenar a la extrema derecha el próximo 23J? ¿Acercándose al discurso del PP? Viendo cómo están yendo las cosas, ¿a alguien le sorprende que Amelia Valcárcel, esta filósofa históricamente vinculada al PSOE, haya pedido el voto a la formación azul y muestre su “confianza” a Feijóo? La verdad es que no mucho.

Así no se frena a los fachas. Así se les coloca una alfombra roja para que avancen con todavía más velocidad. El 23 de julio puede ganar la derecha y, si lo hace, va a sentirse mucho más fuerte para minar todos nuestros derechos. Nos van a querer enviar de nuevo al armario, a que vivamos nuestra sexualidad con estigma, miedo y en silencio. Pero una cosa tenemos que tener clara: el PP y Vox podrán controlar las instituciones, pero las calles seguirán siendo nuestras. Sólo basándonos en la fuerza que tenemos cuando nos organizamos y defendiendo un programa anticapitalista y de revolución podremos defender todo lo que querrán arrebatarnos.

Si queremos ser libres en todos los aspectos de nuestras vidas tenemos que acabar con el capitalismo y sus defensores. Las manifestaciones del Orgullo crítico van a ser una fecha muy importante para levantar la resistencia antifascista y de clase. Somos los gays, lesbianas, bisexuales y trans de la clase trabajadora. Y la clase obrera no se rinde. Ni un paso atrás contra el fascismo y la LGTBIfobia. ¡Todas, todos y todes a las movilizaciones!

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