Teresa Prados · Lliures i Combatives Barcelona

¡Responder a esta nueva agresión con la lucha y la movilización!

Hace poco más de un año el Tribunal Supremo dictaba la sentencia definitiva contra la Manada de Pamplona donde condenaba a los cinco violadores a 15 años de cárcel. Un veredicto que llegaba tras casi tres años de juicios y sentencias vergonzosas que reconocían la violación como un “abuso” y una infinidad de ataques hacia la víctima criminalizándola desde el principio. El abogado de los agresores hizo lo imposible por tratar de presentar los hechos como “una juerga sexual”, llegando incluso a contratar detectives privados para demostrar que, tras lo ocurrido, la joven llevaba una “vida normal”.

¡La justicia patriarcal derrotada!

La noche del 18 de septiembre la noticia saltaba a los medios. Tras un día de deliberación el veredicto unánime del jurado popular era demoledor: la muerte de Paz fue un asesinato cometido de forma “deliberada, consciente e intencionadamente, eliminando toda posibilidad de defensa de su víctima”. A continuación la fiscalía, que hasta 24 horas antes se había negado a reconocer como asesinato el crimen contra Paz, cambiaba su petición de 15 a 21 años de cárcel, la abogacía del Estado hacía lo mismo y el abogado defensor del asesino, que hasta el día anterior defendía su libre absolución, pedía la mínima para este delito, 20 años.

Teresa Gómez-Limón · Psicóloga Forense en los Juzgados de violencia sobre la mujer de Madrid

El 13 de febrero de 2018, PAZ FERNÁNDEZ BORREGO, de 43 años, fue asesinada en Navia (Gijón) por su pareja sentimental JAVIER LEDO OVIDE. Según los datos aportados por la propia Fiscalía, la muerte se produjo a consecuencia del traumatismo craneoencefálico que le produjeron los repetidos golpes que Javier Ledo le propinó en la cabeza a Paz Fernández con una piedra de grandes dimensiones y que, según el informe médico-forense, dicho traumatismo era incompatible con la vida. Pero el asesino no se conformó con eso. Antes de matarla, la golpeó con fuerza con un rodillo de cocina envuelto en una bolsa, que imposibilitaron la huída de Paz y le provocaron un gran sufrimiento.

¡Basta ya de justicia patriarcal!
No fue un homicidio, fue un asesinato

Pincha aquí para ver el vídeo y fotos de la concentración


Esta mañana, más de cien personas, vecinas y vecinos, representantes de colectivos feministas, sindicatos y organizaciones de la izquierda nos hemos concentrado frente a los juzgados de Gijón ante el inicio del juicio de cinco días, exigiendo justicia para Paz Fernández por su asesinato en 2018 a manos de su pareja en aquel momento. Una concentración con la que hemos dado comienzo a esta semana de protesta y movilización contra la violencia machista y la justicia patriarcal que la ampara, exigiendo que el asesino de Paz sea juzgado por asesinato machista y no por homicidio como pretende la fiscalía.

Laura Calderón - Libres y Combativas e Izquierda Revolucionaria Madrid

El impacto de la pandemia ha vuelto a exponer de manera descarnada el único rostro posible de la explotación sexual. Sin importar sus vidas, su estado físico, mucho menos el emocional, solo la cantidad de billetes que puedan entrar en los bolsillos de los dueños de los clubes de “alterne”, miles de mujeres son deshumanizadas y sometidas a una violencia salvaje en la infinita lista de burdeles que pueblan ostentosamente la geografía del Estado español. ¿Acaso un virus iba a suponer el más mínimo problema para que proxenetas y puteros siguieran extorsionando a las mujeres empujadas vender sus cuerpos en un burdel o en la calle?

Judith Llauradó • Lliures i Combatives y Esquerra Revolucionària Tarragona

El viernes 14 de agosto una joven de dieciséis años denunció una violación múltiple en un hotel en la ciudad costera de Eilat, al sur de Israel. Todo sucedió mientras la menor estaba de vacaciones en la localidad y se topó con un grupo de hombres. La víctima terminó en una cama del hotel sin poder moverse durante horas y fue violada mientras se encontraba bajo los efectos del alcohol por alrededor de treinta hombres, quienes hacían cola en la puerta de la habitación para ir entrando de uno en uno y así abusar de ella.